sábado, 8 de septiembre de 2012

La "Mística Ciudad de Dios": encanto y grandezas con que Dios preparó a María para ser su Madre

 


 ...en el 8 de septiembre, festividad del Nacimiento de Nuestra Señora,
"que alegró a todo el universo" (rosario meditado, San Luis María Grignion de Montfort)

VIII JORNADA DE CULTURA HISPANOAMERICANA POR LA CIVILIZACIÓN CRISTIANA
Cabildo Histórico de Salta – 31 de agosto y 1° de septiembre de 2012
Elena B. Brizuela y Doria y Doria de Mesquita
(Sañogasta, La Rioja)

ENCANTO Y GRANDEZAS CON QUE DIOS PREPARÓ A MARÍA PARA SER SU MADRE - VISIONES DE LA VENERABLE DE AGREDA Y SU INFLUENCIA CONTRAREVOLUCIONARIA EN LA ESPAÑA DEL SIGLO DE ORO

“Agreda” era un pequeño pueblo entre Castilla la Vieja, Aragón y Navarra. Fue el lugar elegido para que naciera una “Venerable” niña, a principio de los años 1600. Dios la llamó a cumplir la dulce y enorme misión de comunicar a la humanidad los secretos maravillosos de la santidad de Su Madre, la Virgen María, y eligió  cuidadosamente el ambiente: el hogar donde nacería sería hidalgo, piadoso y pobre de recursos -podríamos hacer un paralelo con la condición de la Sagrada Familia: nobles por nacimiento;  pobreza   por amor a Dios y  viviendo  a  Su voluntad.
Siendo esta niña de trece o catorce años, toda la familia se entregó por entero: el padre y los dos hijos tomaron hábito franciscano; la madre y las dos hijas siguieron fielmente la regla de las Concepcionistas en su propia casa, convirtiéndola en un claustro que muy pronto se colmó de vocaciones. Con el tiempo, María de Jesús, -no podía llamarse de otra manera- fue Abadesa de su casa.
Muy joven concibió la idea de escribir; y produjo una obra enorme. El Cardenal  español Herrera Oria, autor de la enciclopedia “La Palabra de Cristo”, en pleno siglo XX enseñó que  “no hay escuela comparable al hogar de una estirpe auténtica y cristianamente aristocrática” (*). A esto indudablemente se debe la base de la formación de la persona. No obstante, con respecto a María de Jesús, sabios y doctores de la Iglesia no entendían cómo una mujer sin estudios especializados, cuya mas alta escuela fue la contemplación, pudiera seguir las huellas de Santo Tomás, el Beato Escoto y otros notables de la Iglesia Católica, hablara acerca de elevadísimos misterios interpretando las Sagradas Escrituras, sin saber de dónde brotaba su CIENCIA, por lo que hubieron de reconocer que era INFUSA Y SOBRENATURAL. Los escritos fueron minuciosa y largamente  examinados por teólogos que la aprobaron con suma admiración.
La primera edición, de 1670, fue reeditada infinidad de veces.
Sor María de Jesús se hizo famosa en toda Europa por sus visiones, éxtasis, arrobos y vuelo de espíritu. Se decía que la Virgen en persona guiaba su pluma y le comunicaba un saber portentoso para ser una escritora mística, pensadora, y repleta de doctrina.
El mérito mayor para recibir estas gracias estaba en la gran pureza de su mente, fruto de su virtud.
La importancia que llegó a tener, en pleno Siglo de Oro, se hace patente en el hecho de que el propio Rey Felipe IV, afligido ante una España que iba perdiendo gradualmente su honrosa posición de primera potencia de la Cristiandad, fue a consultarla.
Ella percibía claramente el avance de la revolución en las tendencias, que prepara el terreno para la revolución en las ideas y en los hechos (cf. “Revolución y Contra-Revolución”, Plinio Corrêa de Oliveira, las tres profundidades de la Revolución, cap. V, edición argentina online). Así, pedía al Rey Católico que tomara medidas contra los modos de vestir sensuales y que enmendara sus propias costumbres.
“Las cartas de sor María de Agreda al Rey claman, en estos años, sin cesar, para que se ponga remedio a tantos pecados, a los que la monja atribuía el desvío de Dios hacia España; desvío que se traducía en derrota tras derrota en nuestros campos de batalla”, dice Gregorio Marañón en su biografía del Conde-Duque de Olivares (pág. 151).
Este célebre Olivares, inmortalizado por Velásquez en sus retratos ecuestres, casado con una mujer de alta Nobleza y gran virtud, fue uno de los principales responsables de esa decadencia moral de España. Y Sor María de Agreda fue, según Marañón, quien más contribuyó a su caída (p. 122). Era un personaje contradictorio, que por un lado ostentaba su fervor religioso, mientras por otro hacía incursiones en la hechicería y concesiones no ligeras a las malas costumbres. Fomentó la sensualidad del Rey, para mejor dominarlo cuando joven sucesor de su padre Felipe III.
Felipe IV adulto, preocupado con razón por el reino, oía con atención a su esclarecida consejera, en la que advertía su inspiración divina. Así encargaba a alcaldes y corregidores medidas contra las malas costumbres pero “sin pensar…que un buen ejemplo suyo hubiera sido mil veces más eficaz que todos sus decretos”. (G. Marañón: “El Conde Duque de olivares”, pag.151, Colección Austral, París, 1939)
Todo este cuadro vinculado a sor María de Agreda revela un lado desconocido de una de las mayores tragedias de la Edad Moderna: la decadencia de la rama española de la Casa de Austria, el deterioro y decadencia de España, que redujo su influencia católica en el mundo y preparó el ascenso de las potencias protestantes que trabajaban por la desintegración del Imperio cristiano español y el ascenso del mundo burgués, liberal-democrático, materialista y cientificista anglo-sajón.

Es importante ver en estos hechos la influencia en el pueblo y en la nación toda que tienen los dirigentes de la sociedad: cuando se apartan de las vías de Dios y degradan la moral en íntima compenetración con la vida del pueblo. Y cómo el ejemplo del Rey hubiese sido mucho más eficaz que la actuación de alcaldes y corregidores como lo reconoce Marañón, -quien no es un exponente de espíritu monárquico-.
La contrapartida es que los buenos dirigentes, sanos de mente y alma, son capaces de llevar adelante un buen gobierno, de lo que hay muchos ejemplos en la historia, basta nombrar algunos como San Fernándo de Castilla, Isabel  la Católica, la noble Santa Teresa  de Avila, o García Moreno en América.
Estos episodios históricos nos muestran la vigencia que tienen hoy las recomendaciones de Sor María de Jesús, ante la vulgaridad e inmoralidad de la TV, la vigencia de leyes inicuas y la sistemática violación de los mandamientos de la ley de Dios. No en vano la Ssma. Virgen denunció estos pecados en Fátima, y de Ella nos toca comentar ahora las maravillosas revelaciones que hizo a la Venerable de Agreda.
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Parte importantísima de sus escritos  es “LA VIDA DE LA VIRGEN MARIA”.
A  tan “enorme” obra, corresponde un “enorme” título:

“MISTICA CIUDAD DE DIOS, MILAGRO DE SU OMNIPOTENCIA, HISTORIA DIVINA Y VIDA DE LA VIRGEN MADRE DE DIOS REINA Y SEÑORA NUESTRA. 
MARÍA SANTÍSIMA RESTAURADORA DE LA CULPA DE EVA Y MEDIANERA DE LA GRACIA: MANIFESTADA EN ESTOS ÚLTIMOS SIGLOS POR LA MISMA SEÑORA A SU ESCLAVA SOR MARÍA DE JESÚS, PARA NUEVA LUZ EN EL MUNDO, ALEGRÍA DE LA IGLESIA CATÓLICA, Y CONFIANZA DE LOS MORTALES.”

La religiosa concepcionista de Agreda, está declarando aquí  que la Virgen María es la medianera de la gracia, es la restauradora del pecado original, es nuestra reina y señora. Todo eso, más el milagro de Dios de hacerla omnipotente -en cuanto le es posible a una criatura. Por tanto la Virgen,  puede ser llamada “Mística Ciudad de Dios”,  y “Nueva Luz del mundo”. Declara aquí que Ella misma le manifiesta todo lo que escribe, para nuestra alegría y confianza.
Esto es precioso. Tiene una riqueza inimaginable. Hay pasajes de tal elevación, que sólo por la gracia de la Fe el alma se abre a ellos. Algunas pinceladas de lo que aquí describe nos ayudarán a elevar nuestra mente hacia las grandezas de la Madre de Dios y Madre nuestra, en su infancia y primera juventud.

Dice la Venerable Sor María de Agreda, con mucha poesía y gran delicadeza:

“Mandó Dios al mundo dos luceros clarísimos que anunciasen la claridad ya vecina del Sol de justicia, Cristo nuestra salud. Estos fueron San Joaquín y Santa Ana” (pag. 23, cap.I).  Ellos “ofrecieron al Señor, con voto expreso, que si les daba hijos, consagrarían a Su servicio en el templo el fruto que recibiesen de bendición”.
“… fue uno mismo el Ángel de las dos embajadas, y en forma humana, aunque con más hermosura y misteriosa apariencia se le mostró a la Virgen María” (p. 25). Se está refiriendo al Arcángel San Gabriel.
“…en la santa matrona Ana resplandeció más la virtud de lo alto por la esterilidad natural que tenía;… y sin milagro no podía concebir” (p. 27). “…concurrieron la naturaleza y la gracia…” p.29). “Y cesando el milagro de esta admirable concepción, se quedó la madre en su antigua esterilidad.” (p.28)
Mientras tanto: “El demonio, después de que con sus malos ángeles fue derribado a las penas infernales, andaba siempre asechando a las mujeres más santas…para reconocer si topaba con aquella cuya señal había visto, y cuya planta le habría de hollar y quebrantar la cabeza.” (p. 34, c.II), y oponía vallas y tentaciones en el camino de Ana. Sin éxito.

“Llegó el día alegre para el mundo del parto felicísimo de Santa Ana y nacimiento de la que venía al mundo santificada y consagrada para madre del mismo Dios.” “Fue prevenida la madre con ilustración interior… y llena de    gozo del divino Espíritu, atendió su voz, y postrada en oración le pidió al Señor la asistiese su gracia y protección para el buen suceso…”

 “Sucedió a los ocho días del mes de septiembre…a las doce de la noche”.
“Y la más dichosa niña María fue arrebatada…por providencia y virtud divina en un éxtasis altísimo, en el cual absorta y abstraída de todas las operaciones sensitivas NACIÓ AL MUNDO SIN PERCIBIRLO POR EL SENTIDO, COMO PUDIERA CONOCERLO POR ELLOS, SI JUNTO CON EL USO DE RAZON QUE TENÍA LOS DEJARAN OBRAR NATURALMENTE EN AQUELLA HORA; pero el poder  del muy alto lo dispuso en esta forma para que la Princesa del Cielo no sintiese lo natural del suceso del parto.” (p.36)
Es un misterio divino, es un portento que solo el Creador puede hacer: que nazca esta criatura CON PLENO USO DE RAZÓN Y CON PLENA SABIDURÍA.  Bien dice la Venerable de Agreda que sólo por la fe se puede creer. Es maravilloso el poder de Dios y lo que hizo con su Santísima Madre!

“Nació pura, limpia, hermosa y llena de gracias… VENÍA LIBRE DE LA LEY Y TRIBUTO DEL PECADO”. (p.39). O sea, sin pecado original.
“Al punto que nació nuestra Princesa María, envió el Altísimo al Arcángel Gabriel para que evangelizase a los santos Padres del limbo esta nueva tan Alegre para ellos. Anuncióles cómo ya comenzaba a amanecer el día de la felicidad eterna y reparación del linaje humano… preanunciado por los profetas, porque ya era nacida la que sería madre del Mesías prometido.” (p.39)
“A los ocho días…descendieron multitud de ángeles hermosísimos… traían un escudo grabado con el nombre MARIA… y el más dichoso padre, Joaquín,  recibió el nombre con júbilo y devoto afecto.” Convocaron a los parientes y a un sacerdote, y “con MUCHA SOLEMNIDAD Y CONVITE SUNTUOSO pusieron MARIA a la recién nacida; y los ángeles lo celebraron con dulcísima y grandiosa música.”(p.40)
La niña era tratada como los demás niños; su comida era común, pero poca, igual que en el sueño.
Era agradable y apacible; el semblante alegre, pero severo y con peregrina majestad, sin admitir jamás acción pueril. No era molesta ni lloraba con el enojo de otros niños. Ella lloraba disimulando, pero por los pecados del mundo y por alcanzar el remedio de ellos y la venida del Redentor.
Su prudente madre  la trataba con incomparable cuidado, regalo y caricia; también su padre Joaquín la amaba como padre y como santo, aunque entonces ignoraba el misterio, y la niña se mostraba con él más amorosa, como quien le conocía por padre y tan amado de Dios. (p.42, c. III)
“No era muy rica la casa de Joaquín, pero tampoco era pobre…” (p.43)
“En llegando a los dos años, María comenzó a señalarse mucho en la caridad con los pobres. Pedía a su madre limosna para ellos…, a más de lo que recibía para distribuir a los pobres, reservaba una parte de su comida para darles, desde aquella edad, porque pudiese decir mejor que el santo Job: “Desde mi niñez creció la conmiseración conmigo”. Aquí tenemos un ejemplo de cómo la autora interpretaba las escrituras.

Santa Ana, “Pocos días antes que cumpliese María Santísima los tres años, tuvo la visión de la Divinidad abstractivamente, en que le fue manifestado se llegaba ya el tiempo en que Su Majestad ordenaba llevarla a Su templo, donde viviese dedicada y consagrada a su servicio.., el mismo día en que cumpliese los tres años.”
“…salieron de Nazareth Joaquín y Ana, acompañados por algunos deudos llevando consigo la verdadera Arca Viva del testamento… para depositarla en el templo santo de Jerusalén… Iba esta humilde procesión muy sola de criaturas terrenas, y sin visible ostentación, pero con ilustre y numeroso acompañamiento de espíritus angélicos, que para celebrar esta fiesta habían bajado del cielo a más de los ordinarios que guardaban a su Reina niña, y cantando con música celestial nuevos cánticos de gloria…” (p.45)
“…llegaron al Templo… Ana llevó de la mano a su hija  asistiéndolas el santo  Joaquín…”. “La subida a este colegio tenía quince gradas adonde salieron otros sacerdotes a recibirla…; la bendita niña… volviéndose a sus padres hincó las rodillas, les pidió la bendición y les besó la mano a cada uno rogándoles la encomendaran a Dios.”
“En aquella escala que subió la niña se ejecutó con toda propiedad lo que Jacob vio en la suya, que subían y bajaban ángeles, unos que acompañaban y otros que salían a recibir a su Reina…” La guardaba allí Dios “…para admitirla por Hija y por Esposa: y ella conoció, en los efectos de su amor, que verdaderamente era casa de Dios y puerta del cielo.” (p.47).

En el Templo hizo, “…en presencia del Señor el voto de castidad, y en lo demás renunció todo el afecto de lo terreno y criado, y propuso obedecer por Dios a todas las criaturas. En el cumplimiento de estos propósitos fue más puntual, fervorosa y fiel que cualquiera que los hiciera. (p. 49, c. IV)

Seis meses después, ocho días antes de la muerte del Patriarca Joaquín, recibió aviso del Señor de lo que sucedería y así sucedió. Pidió a doce ángeles –que eran los que nombra San Juan en el Apocalipsis- asistiesen, confortasen y consolasen a su padre en la enfermedad, y así lo hicieron. Para la última hora del tránsito de San Joaquín mandó a todos los de su guarda y pidió al Señor se los manifestase a él para mayor consuelo suyo. Concediólo el  Altísimo y vio Joaquín a los mil ángeles que guardaban a su hija, a cuyas peticiones y votos sobreabundó la gracia del Todopoderoso; el alma de Joaquín fue llevada al limbo de los justos por quienes fue recibido con gran júbilo y cantos de alabanza. María solicitó con oraciones el consuelo de su madre en la soledad que quedaba. Días después, la maestra del templo la anotició de la muerte de su padre y la consoló, y ella  recibió  el aviso, como nuevo, con disimulo, paciencia y modestia de reina, porque no ignoraba el suceso. (p. 50/2)

Estando ya crecida, a los trece años, recibió del Señor la visión abstractiva, “mandándola que tomase estado de matrimonio”. Fue para ella lo mismo que dice la Escritura cuando Dios le mandó a Abraham sacrificar a su hijo Isaac, única prenda de todas sus esperanzas. “¿Qué novedad  y admiración haría en el pecho inocentísimo de esta  divina doncella que vivía segura de tener por esposo a solo el mismo Dios que se lo mandaba?...”  Mayor fue esta prueba que la de Abraham. Turbóse, como sucedió después con la embajada del Arcángel San Gabriel. Se resignó toda en las manos del Señor. (p. 53/5)
“Mandóle Dios al Sumo Sacerdote Santo Simeón que dispusiese dar estado de casada a María. Señalaron un día para que todos los varones libres QUE FUESEN DE LA CASA Y LINAJE DE DAVID, PARA QUE SE CUMPLIESE LA LEY, se juntasen en el templo. Sería el día que María cumpliría catorce años. Días antes se le apareció el Señor y le dijo: Esposa y paloma mía, dilata tu afligido corazón y no se turbe ni contriste: yo estoy atento a tus deseos y ruegos, y lo gobierno todo, y por mi luz va regido el sacerdote: yo te daré esposo de mi mano, que no impida tus santos deseos, pero que con mi gracia te ayude en ellos; yo te buscaré varón perfecto conforme a mi corazón.”

“El día fijado se juntaron los varones DE LA TRIBU DE JUDÁ Y LINAJE DE DAVID, DE QUIEN DESCENDÍA LA SOBERANA SEÑORA.

José fue llamado. Entonces tenía treinta y tres años; persona de bien, dispuesta, de agradable rostro, y de incomparable modestia y gravedad; sobre todo, era castísimo de obras y pensamientos, con inclinaciones santísimas y desde doce años había hecho votos de castidad. Era deudo de la Virgen María en tercer grado. El sacerdote puso una vara en la mano de cada uno de los congregados, por inspiración de Dios.”
“Como el buen olor de su virtud y honestidad, y la fama de su hermosura,  hacienda y calidad, y ser primogénita y sola en su casa era manifiesta, cada cual codiciaba la dichosa suerte de merecerla por esposa. Solo el humilde y rectísimo José se reputaba por indigno de tanto bien. Estando todos en oración se vio florecer la vara sola que tenía José, y al mismo tiempo bajar una paloma llena de resplandor que se puso sobre la cabeza del santo.”
“Llamándola para el desposorio, salió la escogida como el sol más hermoso que la luna…de incomparable hermosura, honestidad y gracia y los sacerdotes la desposaron con el más santo y casto de los varones, José.”
Llegados a Nazareth, donde la “Princesa del Cielo tenía su hacienda y casas de sus padres, fueron recibidos y visitados por amigos y parientes. La costumbre de los hebreos era que en los primeros días hiciesen los esposos examen y experiencia de las costumbres y condición de cada uno para ajustarse mejor uno al otro.
Con virtud divina obraba el Altísimo en los santísimos esposos, sintiendo ellos incomparable júbilo y consolación.
Luego distribuyeron la hacienda heredada de Joaquín y Ana, una parte al templo donde había estado María, otra aplicó a los pobres y la tercera quedó a cuenta de José para que la gobernase.”
“José había aprendido el oficio de carpintero, porque era pobre de fortuna. Preguntó a su esposa si gustaría que ejerciese aquel oficio para servirla y granjear algo para los pobres, era forzoso trabajar y no vivir ocioso.”
“Tuvieron luego una santa contienda sobre cual de los dos había de dar obediencia al otro como superior. La que era entre los humildes, humildísima, venció en humildad y no consintió que siendo el varón la cabeza, se pervirtiese el orden de la misma naturaleza; y quiso en todo obedecer a su esposo José.”
“Reconociendo el santo con luz del cielo las condiciones de María, de prudencia, humildad,  pureza y todas las virtudes, con gran júbilo de su espíritu daba las gracias a Dios por haberle dado tal compañía y esposa sobre sus merecimientos. Y para que esta obra fuese perfecta (porque era principio de obra mayor que Dios había de obrar con toda su omnipotencia) hizo que la Princesa del Cielo infundiese en él un  temor y reverencia tan grandes que con palabras no se puede explicar. Esto le resultaba a José de una refulgencia o rayos que despedía de su rostro María, con una majestad que siempre la acompañaba…, con tanta mayor causa que a Moisés cuando bajó del monte, cuando había sido más largo y más intimo el trato y conversación con Dios.”

Con estos  divinos apoyos se fundó la casa y matrimonio de María Santísima y San José, y desde el ocho de marzo siguiente, que sucedió la encarnación del Verbo Divino, vivieron los esposos disponiéndolos el Altísimo para la mayor obra que los había elegido. Y la divina Señora ordenó las cosas de su persona y las de su casa”. (p. 65/7, c.VI)

“Grandes son las obras del Altísimo, porque son hechas con plenitud de ciencia y de bondad, en equidad y mesura…. Y más admirables que comprensibles… Solo este gran Sacramento de hacerse Dios-hombre pasible y mortal, es la obra grande… de todo el poder y sabiduría infinita…que excede sin medida a las demás… porque bajó, se comunicó a los hombres, juntándose con indisoluble y eterna unión a nuestra terrena y humana naturaleza”. (p.67/8, c. VII)
“Si esta maravilla y sacramento se ha de medir con su misma grandeza, consiguiente era que la mujer de cuyo vientre había de tomar forma de hombre, fuese tan perfecta… y previno el Altísimo a nuestra Reina María con tales favores, privilegio y dones, haciéndola digna de hacerse Hijo suyo.”  “…el día séptimo vecino de este misterio, fue llevada corporalmente por sus ángeles al cielo empíreo quedando en su lugar uno de ellos que la representase en cuerpo aparente.”  Puesta allí “vio la Divinidad con abstractiva visión,…con nueva y mayor luz, y misterios más profundos…”
“Dos serafines le pusieron una vestidura larga, símbolo de su pureza y gracia, llena de candidez y belleza refulgente, despidiendo rayos de luz, que si uno solo apareciera en el mundo, le diera mayor claridad que todas las estrellas si fuesen soles… Al mismo tiempo recibió profunda inteligencia de la obligación con que correspondería… con fidelidad y amor, alto y excelente modo de obrar; PERO SIEMPRE SE LE OCULTABA EL FIN QUE TENÍA EL SEÑOR DE RECIBIR CARNE EN SU VIRGINAL VIENTRE.” (p. 68/9)
“Sobre la túnica le colocaron una cintura muy rica, con piedras en extremo refulgentes; era símbolo del santo temor a Dios,… y la luz que tenía la ilustró para que conociese y entendiese altísimamente las razones de por qué debe ser temido Dios de toda criatura. Y con este don de temor del Señor quedó ajustadamente ceñida, como convenía a una criatura que sería… verdaderamente madre del Creador.” (p. 69)
La adornaron luego de “hermosísimos y dilatados cabellos recogidos con un rico apretador, y eran mas brillantes que el oro subido y refulgente. En este adorno entendió que se le concedía que todos sus pensamientos de toda la vida fuesen altos y divinos, inflamados en subidísima caridad, significada por el oro. Junto con esto se le infundieron de nuevo hábitos de sabiduría y ciencia clarísima, con que quedaría ceñida –como sus cabellos- en una participación inexplicable de los atributos de ciencia y sabiduría del mismo Dios.” (p. 70)
Le pusieron sandalias que hacían que sus pasos y movimientos fuesen hermosísimos y encaminados siempre a los más altos y santos fines de la gloria de Dios y el bien de los prójimos, al modo que sucedió cuando fue a visitar a Santa Isabel.
Las manos las adornaron con maníllas, infundiéndole nueva magnanimidad para obras grandes; con anillos para que en las cosas inferiores obrara con grandeza admirable.
Agregaron un collar de piedras preciosas, con un colgante de tres más excelentes, que correspondían a las virtudes de fe, esperanza y caridad, y a las tres personas de la Santísima Trinidad. Renováronle con todo esto los hábitos de las virtudes nobilísimas  para el uso que de ellas había de ser menester en los misterios de la Encarnación y Redención.
La adornaron también con pendientes de oro y plata, preparando sus oídos para lo que luego habría de oír en la embajada del Arcángel Gabriel. Y se le dio especial ciencia para que oyese con atención y respondiese conforme a la voluntad divina; y en especial para que el metal sonoro y puro de la plata de su candidez resonase en los oídos del Señor, y quedasen en el pecho de la Divinidad aquellas sagradas palabras: “Fiat mihi secundum verbum tuumm” (Hágase en mí según Tu palabra).
Esto y otros adornos la hermosearon más aún.
De tal manera obraba en ella el Altísimo, que cuando sacaba de sus tesoros infinitos cosas antiguas, siempre añadía muchas nuevas. Todas estas maravillas caben entre humillarse Dios a ser hombre y levantar a una mujer a ser su madre. (p. 71/3)
Y se hizo todo según Su voluntad.
Para enriquecer  y constatar las enseñanzas de María de Agreda confrontamos los escritos de San Luis María Grignon de Monfort, que dijo: “Dios quiso servirse de Ella en la encarnación y en la santificación de las almas. Que es Reina de los corazones. La devoción a Ella es necesaria a los hombres para obtener el último fin, para salvarse, más aún para los que son llamados a una perfección particular, y aún más en los últimos tiempos. Que conduce nuestras almas a la unión con nuestro Señor, como camino fácil, corto, perfecto y seguro. Da gran libertad interior. Produce efectos maravillosos en el alma fiel. Entre las prácticas particulares para los que quieren acercarse a la perfección, deben hacer todo por María, con Ella, en Ella y por Ella. San Luis María, en su “Tratado de la Verdadera Devoción a la Virgen María” nos enseña estas disposiciones del Altísimo, para bien nuestro. Coincide ampliamente con la Venerable de Agreda, que la señala como el camino que nos conduce a Dios.

San Alberto Magno dice:
“Que el nacimiento de la Virgen fue profetizado y anunciado, que fue concebida milagrosamente,  santificada en el seno de su madre y que tuvo gracias especiales”, lo comenta San Alberto Magno en su “marial”, desgranando razones, apoyándose en las Sagradas escrituras y las afirmaciones de numerosos santos. Igualmente coincide con lo anterior.
Nada hay que escape a la verdad.

Hasta aquí llegamos hoy.
Mucho  queda por decir. Será en un próximo capítulo, en una próxima ocasión.  Cuándo  y cómo Nuestra Señora lo disponga.

(*) cfr. "Nobleza y élites tradicionales análogas - en las alocuciones de Pío XII al Patriciado y a la
Nobleza romana", Plinio Corrêa de Oliveira, ed. Fernando III, el Santo, Madrid, España, Apéndice
IV sobre el rol de la Aristocracia en una sociedad católica.


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